La satisfacción del deseo reproductivo más allá de la respuesta tecnológica
Vincenzo Pavone y Sara Lafuente, investigadores del CSIC, participan en un proyecto internacional e interdisciplinar que estudia las experiencias de las donantes de óvulos, en el marco de las bioeconomías reproductivas
“Una parte muy importante de las mujeres que acceden a los óvulos donados tiene más de 40 años. Si se configurara el mundo de forma en la que las mujeres y los hombres no tuvieran que posponer constantemente la reproducción, habría menos necesidad de óvulos donados y de la vitrificación de óvulos. Depende de a qué nivel se haga la pregunta, la respuesta puede ser estrictamente tecnológica o con un enfoque múltiple, como puede ser el sociológico o el político. La tecnología nos sirve para algunas cuestiones, pero no es la única solución”, afirma la socióloga Sara Lafuente, joven investigadora del Instituto de Políticas y Bienes Públicos del CSIC (IPP, CCHS-CSIC). Actualmente, junto con Vincenzo Pavone, también del IPP, Sara Lafuente trabaja en el proyecto 'Donación de óvulos en Reino Unido, Bélgica y España: un estudio interdisciplinar', proyecto EDNA (por sus siglas en inglés). Todavía se sabe poco de lo que las donantes de óvulos creen, piensan, desean o ven como aceptable de todo el proceso. En esta dirección de los tratamientos reproductivos encauzan su actual trabajo estos investigadores del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC.
Qué es ser donante de óvulos
El proyecto EDNA pone la lupa sobre el papel de las donantes de óvulos, ya que hay una gran falta de información. A través de una entrevista individual y presencial a las donantes de óvulos, el equipo de investigadores que lleva a cabo este estudio internacional e interdisciplinar pretende recopilar más datos sobre toda la experiencia del proceso de donación. En España la donación de óvulos es anónima. Si hubiera registros, estarían bajo la protección de datos. Por ello, buscan personas que hayan donado óvulos para participar en el estudio 'La donación de óvulos en Reino Unido, Bélgica y España: un estudio interdisciplinar'. Con los resultados del proyecto se persigue realizar recomendaciones de políticas públicas para incluir las preocupaciones y puntos de vista de las donantes allá donde no se hayan tenido en cuenta.
“Este es un tema que para muchas mujeres no es fácil de hablar. Es importante que puedan aportar sus experiencias porque es la única manera que tenemos para saber más. Una cosa es lo que cuentan las clínicas o las asociaciones de pacientes, pero quien lo ha vivido en primera persona es quien realmente puede aportar cómo le ha ido. La participación es totalmente libre, eso es fundamental, porque si no hay mucho sesgo de selección”, explica Vincenzo Pavone. Sara Lafuente aclara que en torno al 70 % de las donantes son rechazadas, “por razones médicas, genéticas… por razones psicológicas, incluso. También porque en ese momento a la clínica que interviene no le cuadre el perfil de la donante. Hay muchas razones. Ser donante parece que es fácil, pero en realidad no lo es”.
Diferentes modelos de mercado
Vincenzo Pavone resalta que en la investigación están comprobando que existe una paradoja: “A las mujeres que donan sus óvulos se les pide que vean el proceso como una donación. Pero las mujeres que son receptoras, de alguna manera, como son las que pagan, tienen una visión distinta, ya que compran”. Las bioeconomías reproductivas contemplan varios modelos para realizar transacciones de óvulos, que pueden ser remunerados o no. Por ejemplo, en España existe un mercado regulado, Estados Unidos se presenta como un mercado libre, Francia desarrolla un sistema público, Italia compra óvulos a otros países y en Bélgica se mezclan características de varios modelos.
“España exporta óvulos. También hay otros países en los que no está permitida la donación de óvulos. España es el primer destino del llamado ‘turismo reproductivo’ de toda Europa. De todos los residentes extranjeros que realizan procesos de reproducción asistida aquí, más de la mitad de los tratamientos utilizan óvulos donados. El principal tratamiento que reciben involucra la donación de óvulos, seguido de la donación de semen. Luego, un porcentaje muy bajo de estos extranjeros usan su propio material genético en las clínicas españolas”, destaca Sara Lafuente. De tal forma, la mitad de los ciclos de donación de óvulos en Europa se llevan a cabo en España.
Las clínicas de reproducción asistida ofrecen discursos diferentes a las receptoras: “Cuando se habla de los tratamientos reproductivos con donación de óvulos, se pone el énfasis en que la gestación es un proceso vital para la configuración del vínculo maternofilial. Sin embargo, cuando acudes a las mismas clínicas o agencias y hablan de gestación subrogada la genética es muy importante, ya que se va a parecer a ti, es tu bebé, es tú genética”, subraya Lafuente, que añade que: “El conocimiento científico y la explicación científica de un tratamiento es muy diferente de cómo el mercado crea una narrativa en la que pueda construir un producto que sea vendible. Para que el vínculo tenga sentido también construimos nuestras propias narrativas familiares. Es ahí donde tenemos que pensar colectivamente qué nos parece más aceptable y qué menos. Cuáles son las formas de crianza que nos parecen más deseables, cuáles son posibles. Si no lo pensamos desde otros lugares que no sean la tecnología y la biomedicina mercantilizada, estamos reduciendo mucho el campo de la imaginación. Quizás deberíamos dar un paso atrás y pensar cómo queremos reproducirnos antes de solo mirar las técnicas”.
Normalización y naturalización
Vincenzo Pavone remarca la importancia de generar nuevas preguntas para avanzar hacia un modelo que sea más justo, más eficaz, donde se repartan mejor los riesgos y los beneficios. “Uno de los problemas que existen con estas tecnologías es que siempre se realizan las mismas preguntas, que se contestan de una forma en la que casi siempre está involucrada la tecnología. Estaríamos contentos de generar nuevas preguntas a raíz del proyecto EDNA. Nuevas preguntas para todos los sectores”, apunta Vincenzo Pavone.
Según Sara Lafuente, “las clínicas no solo están asistiendo a la reproducción, están transfiriendo la capacidad reproductiva de unas personas a otras”. Entonces, ¿hacia dónde dirigen estas tecnologías y estas regulaciones? La investigadora cree que la sociedad tiene una fuerte responsabilidad con respecto a los avances biomédicos, biotecnológicos y bioeconómicos. Esto supone, entre otros factores, que dichos desarrollos pueden no ser accesibles para una gran parte de la población: “Hay estudios que trabajan la estratificación reproductiva y la posible ampliación de estos tratamientos, su normalización y su naturalización. Creo que el futuro va a depender de lo en serio que nos tomemos pensar colectivamente qué queremos hacer con este conocimiento”.
Triana Rubio (CCHS-CSIC)